la Exposición
Obras y Biografía
Chonín  Navarro
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JOSÉ RUESGA SALAZAR.

"LA ORILLA DE LOS SUEÑOS" .Antología  de un pintor sevillano

Exposición en la Sala Guadalquivir

Bajos del  Paseo Marqués del Contadero. Sevilla

4 al 16 de mayo de 2007






Presentación.

Cuando decidimos preparar una exposición sobre el pintor José Ruesga Salazar, nos movía el deseo de manifestar lo que sentíamos, mezcla de afecto y reconocimiento hacia nuestro padre y su obra. Una vez en marcha nuestro proyecto, nos dimos cuenta de que esta tarea alcanzaba una nueva dimensión. Poco a poco, día a día, al revisar todo el material disponible: óleos, cerámicas, esculturas, dibujos, grabados, escritos, libros manuscritos, ilustraciones, catálogos y carteles de exposiciones, fotos retrospectivas..., y la infinidad de  collages y bocetos realizados hasta el día de hoy -toda una vida de creación-, aumentaba nuestro interés por la obra que se
revelaba ante nosotros. Asimismo, el valor de su extensa, sólida  y variada producción iba tomando cuerpo y generaba un efecto de onda expansiva, que de alguna forma sólo habíamos presentido.


La obra de José Ruesga Salazar es  el resultado de un permanente compromiso con el arte, mantenido con “pulso  bien dispuesto” y con ilusión, junto a su compañera y colaboradora, la artista Chonín Navarro. La visión de conjunto da unidad y sentido a lo que se ha ido conociendo pieza a pieza, a lo largo del tiempo, y permite observar al artista desde otra perspectiva.  Nos descubre cómo su magisterio e influencia se han proyectado hacia el exterior desde el ámbito familiar. Y especialmente, cómo se refleja en la vida de cada uno de nosotros.
 
Este acercamiento a José Ruesga Salazar, nuestro padre, en su condición de artista  y maestro, esperamos que sirva a los visitantes de esta exposición antológica  para conocer un poco más el sentido de su obra, y para entender  y valorar su aportación.

¡Un pintor necesita toda una vida para que su obra esté completa...!

Queremos terminar estas líneas con nuestro agradecimiento a todas las personas e instituciones que nos han ayudado con sus ideas, cesión de obras,  colaboración y apoyo, para que esta exposición sea una realidad.

Sevilla, mayo de 2007



LA INAUGURACIÓN DE LA EXPOSICIÓN


 


REFERENCIAS DE PRENSA DE LA INAUGURACIÓN

Una antológica de José Ruesga revela la intensa vida creativa del artista

5-5-2007 .ABC  de Sevilla


MARTA CARRASCO

Escribe José Ruesga en uno de los cuadernos rescatados ahora por sus hijos: «...Y es más sabio el que dirige su destino con el pulso bien dispuesto y sin torcer su camino».

Y así, con paso firme ha llegado José Ruesga a los 89 años con una intensa vida en la que la creación ha forjado su forma de vivir y pensar y trabajar.

Hombre de talante reflexivo, dibujante, pintor, ceramista, poeta..., alumno de profesores como Rico Cejudo o Illantes, y colaborador de personalidades como Honhenleiter y el arquitecto Juan Talavera, una exposición antológica, organizada por sus cuatro hijos: Chonín, Concha, Ana y Juan en la sala Guadalquivir de Sevilla, consigue reunir una gran parte de su obra, sobre todo de la que realizó a partir de los 90, fecha en la que el artista decidió dejar de exponer.

«Las obras que se muestran desde los años 90 hasta prácticamente el 2000 son en su mayoría, inéditas», dice Juan Ruesga, quien junto a sus hermanas se ha ocupado de organizar esta exposición antológica. La procedencia de los cuadros es variada, desde el Rectorado de la Universidad hasta el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, desde colecciones privadas a la de la Fundación el Monte o la propia familia y la colección del artista. «Además, hemos conseguido poner en orden el amplísimo curriculum de mi padre, sus exposiciones, colectivas e individuales que iniciara en 1935».

Casado con la también artista Chonín Navarro, llevan sesenta y dos años juntos, «convirtiendo los sueños en realidad», decía anoche emocionado el pintor. Ambos leen juntos poesía todos los días por la mañana, «media hora cada uno en voz alta. Así llevan veinte años», afirma su hijo Juan.

Desde Utrera

José Ruesga nació en la calle Preciosa de Utrera en 1918. Estudió Bellas Artes en la Santa Isabel de Hungría y fue catedrático de Dibujo, jubilándose en el sevillano instituto Ramón Carande.

En la exposición inaugurada ayer, se hace un recorrido por las distintas disciplinas artísticas que Ruesga cultiva a lo largo de su vida. Desde un hermoso retrato de su hermana Ana en el más puro estilo romántico y realista fechado en 1960, hasta los libros de dibujo que últimamente realiza, así como sus libros de poemas, de los que ha redactado hasta catorce y que curiosamente realiza sin correcciones sobre el papel. Óleos, grabados, diseños de escenografía (uno de ellos rescatado de la Facultad de Bellas Artes), dibujos, cerámica..., conforman una vida dedicada a la creación en la que destacan, de forma más popular, sus diseños de murales cerámicos, como los famosos de Deportes «Z» de la calle Sierpes de Sevilla.

La exposición, sin un orden cronológico, recorre las técnicas y las temáticas. Así, el apartado dedicado a los dibujos familiares; la serie de dibujos y grabados taurinos; la serie de grabados titulada «Los mutantes», óleos, incluso uno de ellos inédito hasta la fecha, el llamada «Piedad, era espacial» de 1989, entre otras obras.


Piedad Era espacial. Óeo.1989.

Una antológica expone los 60 años de creación versátil de José Ruesga Salazar

05/05/07 Diario de Sevilla.

BRAULIO ORTIZ

Sesenta años de una producción dilatada y versátil que contempla óleos, cerámicas, esculturas, dibujos y grabados, y que revela la curiosidad intelectual de un autor en búsqueda de nuevas conquistas estéticas, es el amplio espectro que recorre La orilla de los sueños, la antológica que desde ayer repasa, en los bajos del Paseo Marqués del Contadero, la trayectoria del casi nonagenario José Ruesga Salazar.

Una existencia consagrada a la creación de la que la ciudad es testigo en su cotidianidad: uno de sus murales adorna, desde el anuncio de la tienda Deportes Z, la emblemática calle Sierpes. También su obra ha quedado inscrita en la memoria de Sevilla gracias al testimonio de Joaquín Romero Murube, que escribió de él: "No es de extrañar que los marchantes ingleses y americanos adquieran sus cuadros y sus grabados. Pero esto no es otra cosa que el reconocimiento del talento de un artista, pintor contemporáneo que adopta una actitud clara".

La exposición que ayer abrió sus puertas al público surgió como un proyecto de los hijos y nietos de este artista, nacido en Utrera en 1918 y cuyo imaginario evolucionó desde el realismo hasta un estilo de tintes surrealistas. Los familiares deseaban "hacer una antológica en la que el pintor estuviese vivo, recordando su carrera junto a los seres queridos, algo que no ocurre a menudo con otros creadores", manifiesta su hijo, el arquitecto Juan Ruesga.

El proceso de selección del catálogo de esta muestra sirvió para que sus familiares redescubrieran el camino seguido por el maestro. "Ha sido un hallazgo ver toda su producción junta. Como en un libro, hasta que no ves todas las páginas no te das cuenta de la historia que nuestro padre quería contar. Nos faltaba esa visión de conjunto", admite Juan Ruesga.

Esta diversidad de registros propicia que La orilla de los sueños se componga de esculturas, pinturas o cerámica, pero también de libros dibujados y poemas en los que Ruesga Salazar transmite su perspectiva del mundo. Paisajes y bodegones que proclaman una afirmación vitalista cohabitan con interpretaciones del Quijote, pinturas de resonancias mágicas o xilografías de intensa expresividad como las de la serie Mutantes, uno de los trabajos que destaca Ruesga hijo. "Ahí se percibe una anticipación de la búsqueda que va a llevar a cabo", declara su descendiente, quien elige entre las múltiples facetas de su padre las de "dibujante y grabador, campos en los que me parece excepcional", aunque también apunta como muestra de su virtuosismo "la pintura al óleo, que es más reflexiva". La orilla de sus sueños no sólo se acerca a los aspectos profesionales de este autor poliédrico: también se aproxima a su microcosmos personal a través de los retratos que hizo de sus hijos y nietos.


Con la colaboración de:

Ayuntamiento de Sevilla. Area de Cultura.

Ayuntamiento de Sevilla.Area de Participación Ciudadana.

Universidad de Sevilla

Facultad de Bellas Artes de Sevilla

Fundación El Monte.

Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Junta de Andalucía.

Plataforma Cultural Andaluza


El pintor en su estudio. 1962        

   "LA OBRA DE UN ARTISTA ES SIEMPRE, LO MÁS BELLO DE SUS ENTRESIJOS.

Una vida dedicada a una vocación, es sobretodo la consagración de una personalidad humana. Y es más sabio el que dirige su destino, con el pulso bien dispuesto, sin torcer su camino.

Hacer lo que se tenía que hacer, decir lo que sabía decir, querer lo que se estima. Y todo ello, en la justa libertad de sus medios y circunstancias.

Pero sobretodo, dar la medida de su amor por sus seres queridos y por el esplendor del gozo de la vida".

Sevilla 1999. Jose Ruesga Salazar.

                                                                                                                         


La Cogida. Grabado en madera. 1971. Museo de Arte Contemporáneo.Madrid.

EN TORNO A MIS RECUERDOS DE JOSÉ RUESGA 

Por entonces, comienzos de los ochenta, ser catedrático de instituto era todavía ser algo. Una herencia subrepticia, y heroica, de la Institución Libre de Enseñanza, de la educación republicana como liberación en el saber, se mantenía refugiada en bastantes de aquellos hombres y mujeres, doctos pero discretos, que podían hablarles de tú a tú a los profesores de Universidad. Esta, escasa de verdaderos talentos en la recluta del franquismo, se veía obligada con cierta frecuencia a tirar de los catedráticos de Instituto (que, por cierto, habían superado unas verdaderas y durísimas oposiciones) para cubrir -cubrirse-, de sus carencias. En los centros privados, temblaban cuando tenían que mandar a sus pupilos a examinarse de las reválidas, porque allí se iban a enfrentar con la verdad, con los catedráticos de Instituto. Y este temor les servía para infundir una dedicación más intensa al estudio. Todavía yo, en mi licenciatura, recibí enseñanzas de varios miembros de aquella sufrida columna. Pero pronto vino la LOGSE, con su café para todos, su voluntarismo y sus no pocas demagogias, y acabó, lenta pero concienzudamente, con la que había sido la espina dorsal del sistema educativo en España: las cátedras de Enseñanza Media. No será solo por eso, pero también por eso, la ahora mal llamada “Secundaria” anda a la deriva, y deriva peligrosa para todos. 

A don José Ruesga se le veía, ya por aquel entonces, un poco como  herido de sistema. Cumplidor riguroso de sus deberes, hombre afable, cordial, se le notaba no obstante, allá en el fondo de su mirada penetrante, un cierto dejo de amargura. Tal vez se unía a esto su aprendizaje en otras duras realidades, las del País Vasco, donde había ejercido de catedrático y de agitador de artes plásticas, con intensa entrega ciudadana, hasta que alguien un día le aconsejó-advirtió: “Don José, su tiempo aquí ha terminado” Y con las mismas se volvió a Andalucía.  

No coincidí mucho tiempo con él en el Instituto Ramón Carande, de Sevilla. Pero sí lo suficiente como para apreciar sus cualidades humanas y sus dotes artísticas –que empleó generosamente en muchas actividades del centro y en particular en la creación del medallón que preside la entrada, con la efigie del titular-. Aparte de eso, algo más se me quedó grabado: su devoción, rayana en la hipérbole, por su hijo Juan, de quien hablaba como de un fuera de serie en todas las ramas del saber y de la creatividad .Un profesor del centro recuerdo que dijo entonces: “Más parece que esté hablando de un nieto que de un hijo”. También a los tapices de su mujer prodigaba José Ruesga encendidos elogios. Y, en general, se volcaba con todo aquello que le parecía estéticamente bien hecho, creo yo que un poco porque su natural discreción quería apartarnos de que nos fijáramos en su propia obra, que ya se ve en esta exposición era abundante y notable. 

Enhorabuena a José Ruesga, a su familia, a sus amigos. El tiempo, tarde o temprano, hace justicia. En este hombre singular, también.

Antonio Rodríguez Almodóvar

Mímesis y creación en La orilla de los sueños: Una aproximación a la obra de J. Ruesga Salazar.

 
Un recorrido por la amplia, polifacética y compleja producción estética de José Ruesga nos da la impresión de variedad tonal y temática, de diversidad de concepto y de forma en su trayectoria; sin embargo, sin menoscabo de lo anterior, si se observa un poco más, apreciamos una permanencia de temas, así como una unidad esencial de intención y de forma, que podríamos resumir en la armonía de contrarios. De la misma manera que conviven en su obra los colores complementarios, también se complementan en ella dos modos de expresión: el realismo vitalista y el surrealismo simbólico, la mirada jubilosa y la elegíaca, la estilización sintética y la elaboración detallada. Es más, incluso la clave de una imagen de doble faz , y hasta de múltiples facetas ensambladas, -formando un único cuerpo o forma emergente y sólida, cual escultura rocosa o aérea,- es un motivo recurrente en sus dibujos y representa un logotipo clásico y barroco del autor. Ésta armonía de contrarios nos va a servir de guía en nuestra exposición.

Oda y elegía   
En primer lugar, observamos en el pintor una constante afirmación vitalista, desde sus primeras obras de juventud y madurez hasta las más recientes y próximas en el tiempo. Nos referimos al reflejo de la armonía y de la belleza del mundo que le rodea. Éste se manifiesta en múltiples temas y motivos, y en diversas soluciones formales; fruto de una mirada humanista, este canto del mundo, quizás en apariencia bien hecho, es predominantemente realista, lleno de luz y de colores cálidos(azules, verdes, ocres...). Podemos encontrarlo en sus retratos, paisajes y bodegones, y en sus pinturas, dibujos, grabados y cerámicas. Hay que decir que una buena parte de estas obras tienen como tema motivos y figuras de la iconografía popular andaluza, y si hubiera que seleccionar los aspectos más notables de este realismo, serían sin duda la pintura del aire sevillano y el dibujo de la mirada en sus retratos.

Este vitalismo perdura hasta hoy en sus últimos dibujos, pero se resuelve de forma sintética, con una estilización de línea continua y trazo suelto, que muestran la  honda depuración de su estilo. 
Por otro lado, también el pintor ha querido expresar sus  reflexiones  y análisis sobre la condición humana así como su interpretación del mundo contemporáneo. Esta otra manera de ver va vinculada a una solución formal figurativa, no realista sino simbólica, de carácter surrealista, aunque también se aprecien caracteres expresionistas, especialmente en su referencia a los vicios humanos y a la maldad del poder político, social y económico. Pueden observarse, al efecto, los innumerables dibujos de los años noventa, de mucha elaboración, en los que aparecen estos elementos simbólicos, ya incorporados en las xilografías de los años setenta . De esta época  queremos destacar las pinturas designadas como Realismo Mágico. Son muy narrativas, y están protagonizadas  por elementos esculturales o personajes inmersos en paisajes de otra dimensión. ¿Cuál? Los colores  predominantes en ellas son complementarios, y la pintura se vuelve translúcida y lumínica. Desarrollan, de forma plástica, el mundo surreal de las  xilografías llamadas Mutantes, muy innovadoras y expresivas. Esta etapa  representa una visión prospectiva del mundo, que continuará en sus Poemas Proféticos de 1984. Al llegar aquí, alcanzada una madurez estética y ética, el pintor necesita también expresar por escrito su pensamiento, sus sueños , ensoñaciones y profecías. Esta obra se caracteriza por ser  poesía orgánica, no retórica, sino meditativa, cuyas imágenes se sitúan en “las orillas del sueño”. Y a este tema de la meditación ha dedicado algunas obras, mediante el dibujo, la pintura y el grabado (Sirva de ejemplo la magnífica xilografía titulada La Melancolía, de los años setenta). Toda esta cosmovisión perdura en los años siguientes, sobre todo en dibujos de gran tamaño, realizados con  agilidad , soltura y  fluidez de  pensamiento, a pesar de su elaboración formal y de la tendencia, en muchos de ellos, a llenar todo el espacio del papel en blanco. ¿Horror mundi? Deberían destacarse todos los dibujos concebidos como esculturas , que en muchos casos parecen arquitecturas animadas ( pueden relacionarse con edificaciones singulares de hoy; también, compartir la admiración ante el trabajo académico de su época de formación en Bellas Artes).                         

 

Clasicismo y barroco
Bajo esta pareja de conceptos que no contradice sino complementa lo dicho hasta ahora,  debemos citar  todos sus dibujos e ilustraciones que el autor ha dedicado sin alharacas, a lo largo de su vida, a una obra señera como es El Quijote, clásica y barroca a un tiempo, humanista sobre todo. Con diferentes soluciones formales, ya referidas; con elaboración y estilización; a través del realismo y surrealismo, se insiste en recrear pasajes y frases, esto es, diálogo y vida de esta novela. Lo cual nos lleva a pensar en una concordancia -autor “autor”- con muchos caracteres de sus personajes y con muchos matices del pensamiento de Cervantes, que José Ruesga interpreta de forma personal. Resalta la capacidad de ensoñación y la afirmación de la libertad individual, así como la virtud de salir airoso de las dificultades y de trascender la realidad, superándola. En estos dibujos cargados de color y belleza, se encuentra mucha imaginación y gran capacidad de ensoñación de este artista, que de forma clásica y barroca expresa que, a pesar de todo, aún es posible la fe y la confianza en el hombre nuevo, inteligente y creador.    

Tradición y originalidad
Es decir dos características presentes y constantes en la obra de J. Ruesga Salazar. Sospechamos que la contemplación de las obras que conforman esta exposición antológica La orilla de los sueños le habrá sugerido esta asociación a más de un espectador. Efectivamente, hallamos en toda su producción artística ecos e influencia de los grandes maestros clásicos; de Picasso a Dalí, e incluso de Miró,  de Brueghel y de Durero y cómo no de Velázquez, por citar algunos de los más notables. En su biografía encontramos referencias a sus maestros y artistas contemporáneos que influyeron en él; probablemente, también  A. Masson esté entre sus modelos. Pero asimismo, debemos destacar su originalidad evolutiva patente en toda su obra, que pasa del realismo al  simbolismo surrealista e incluso llega a la abstracción lírica o al grafismo automático, originalidad de la que se podría seguir hablando.

M. Salazar


Murales de cerámica. 1944. Calle Sierpes.Sevilla.

UNA MIRADA

No encontrarás, otro universo
Que tu propio mundo, hecho
A tu imagen y semejanza,
Día a día, en ti mismo.

José Ruesga Salazar. “Los poemas proféticos” .1984.

En estas breves líneas, el artista nos habla del conflicto entre el mundo exterior y la propia realidad del universo interior de todo creador. Un universo inaprensible, pero que se vislumbra a veces  en la búsqueda artística. Hoy voy a escribir de este artista sevillano: José Ruesga Salazar, mi padre. En los últimos años he pensado en él, en su obra, y en lo difícil que resulta mirar tan cerca, porque  en lo bueno y en lo malo, te ves a ti mismo.

Precoz dibujante, estudia Artes y Oficios en la calle Zaragoza, y Bellas Artes en la Escuela de Santa Isabel de Hungría. Colorido con Rico Cejudo y Santiago Martínez, escultura con Illanes, cerámica con José Recio.  Tras la Guerra Civil, y en sus primeros años  profesionales colabora con los pintores  Francisco de Hohenleiter y Juan Miguel Sánchez y con el arquitecto Juan Talavera, estando vinculado a proyectos como el Pueblo Andaluz en el recinto ferial de Los Remedios y el Bar Laredo.

Pinturas, dibujos, grabados y cerámica forman parte de una obra larga. Sus murales cerámicos de Deportes Z en la calle Sierpes forman, por fortuna,  parte  del paisaje de urbano de Sevilla para siempre.  Profesor durante años, recoge el reconocimiento de maestro por muchos de sus alumnos.   

Los últimos treinta años buscó en sus cuadros y dibujos y después en sus poemas, la expresión de ese universo interior. La serie de grabados “Los mutantes” me sigue pareciendo la que mejor sintetiza  ese camino. No hace mucho tuve la suerte de poder ver en los fondos de la Universidad de Sevilla una pintura de sus años de Bellas Artes, que afortunadamente se conserva. Una composición fantástica en la que aparecen músicos, mascaras teatrales, etc., centrada por una torre circular. Sesenta años después la búsqueda continúa.

Juan Ruesga Navarro


Trabajo Académico.1940/1945.Témpera sobre cartulina.47,5 x 38,5. Facultad de Bellas Artes de Sevilla.


Boceto.Collage. 1994.


Boceto mural cerámico.1950

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